REVIEW: Míralos Morir

Crítica realizada durante el BAFICI [18]

Un título que difumina la línea entre el género y la realidad.

La llegada de Míralos Morir al BAFICI no pudo venir en mejor momento. En una época donde el cine de terror ya no asusta, el visionado de la ópera prima de Peter Bogdanovich nos confronta con una respuesta que siempre estuvo ahí pero que nunca pudimos o quisimos ver.

¿Quiénes son los verdaderos monstruos?

Míralos Morir nos cuenta dos historias: por un lado la de Byron Orlok, un actor de películas de terror, quien al quedar poco conforme con su último trabajo decide retirarse al ver que el género que le dio su fama ya no asusta. La otra historia es la de Bobby Thompson, un joven veterano de Vietnam, que enloquece, mata a su familia y se embarca en una matanza desenfrenada.

El guión de la película es sencillo, directo, sin muchas pretensiones y sin muchas vueltas. Lo que uno ve, es lo que es. No obstante, Bogdanovich aprovecha la oportunidad para hacer unas reflexiones sobre lo que es el verdadero terror. Que lo que genera miedo, pánico en un espectador ya no son los monstruos maquillados, sino gente de a pie fuera de control que en cualquier momento, sin previo aviso, nos convierte a todos en los patos sentados de su tiro al blanco personal.

Es sorprendente el constatar (según palabras del propio Bogdanovich antes de empezar la proyección) que la génesis de la película fue una cruza de actualidad con necesidades de producción. Bogdanovich tenía que usar a Boris Karloff si o si como protagonista, y utilizar una considerable cantidad de metraje suyo de otra película. Al mismo tiempo que trataba de concebir la historia, leyó en los diarios que un caballero llamado Charles Whitman mataba a su familia para luego, rifle de francotirador en mano, emprender una matanza desde lo alto de una torre. La combinación de estos conceptos dio como resultado el guión de Míralos Morir, donde se pone en evidencia al verdadero terror y donde el monstruo viejo termina haciéndole frente al monstruo nuevo.

Por el costado técnico tenemos una buena fotografía con una apropiada dirección de arte, lo que sumado a un montaje (crucial sobre todo en una escena en un autocine) preciso y con efecto, trayendo como resultado una narración con fluidez y ritmo.

Por el costado actoral tenemos a un Boris Karloff muy distinto a lo que estamos acostumbrados a ver; no da vida a un monstruo, o a un personaje tétrico, sino a algo más cercano a lo que es él en realidad. Su presencia comanda respeto del espectador; este lo sabe y lo aplaude cuando le encaja un par de bifes al francotirador.

Conclusión

Míralos Morir es una película de genero puro y duro, pero que se permite el suficiente lugar para reflexionar. Donde podemos atestiguar el talento como guionista y director que le permitió a Peter Bogdanovich filmar su clásico La Ultima Película. Una ópera prima directa y fluida.

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