RECAP: The Walking Dead 5×13, de heroes a villanos

The Walking Dead 5×13 dirige peligrosamente hacia el rol de antihéroes a nuestros protagonistas. Es muy interesante que el camino recorrido a lo largo de 5 temporadas esté desembocando en este instante donde confluyen pasado, presente y futuro tanto del show como de los propios personajes: han sido modificados por todo lo que les sucedió, y eso rumbeó la serie a este gran momento que está viviendo.

The Walking Dead 5×13: Forget

Suponemos que ya viste el capítulo, si no lo hiciste ¿Qué hacés acá?

Alexandría es el nuevo asentamiento del grupo de sobrevivientes. Ya los hemos visto confiar en esos grupos humanos que aparecieron en sus trayectos y fuimos testigos de lo mal que les resulto, por lo qué ahora tras esas nuevas vallas, ¿van a sentarse y disfrutar? Claro que no, nada más alejado.

Sasha no logra adaptarse y prefiere salir a destrozar a tiros retratos de familias felices que ya no soporta ver, y espera que el bosque, un zombie o quien sea venga y se la lleve. Las recientes pérdidas de Bob y Tyresse la han marcado y no entiende como la vida sigue girando a su alrededor. Es loable el trabajo realizado por Sonequa Martin-Green, haciendo crecer tanto un personaje de esos que aparecieron en la serie sin demasiada forma ni pasado claro.

Por otra parte Rick, Carol y Daryl, a punto de convertirse en tres pichones de Heisenberg, complotan luego de esa frase final del episodio anterior (RECAP acá) donde dejaron entrever que van a ir por ese lugar. Buscan un sitio alejado donde esconder armas para cuando todo se desmadre (o cuando ellos lo desmadren), pistolas que obviamente robarán a esa gente de la que no pueden creer lo suertuda que han sido. Sobrevivir los ha convertido en fríos calculadores dispuestos a lo que sea.

Y esa característica chocará más cuando nos vamos dando cuenta que los habitantes de Alexandría son lo que dicen ser. Amén de la pistola desaparecida en la licuadora o el zombie con la W grabada en la frente -dando pie a que especulemos algo raro pasa- todo conduce a que esta gente casi salida de un sueño no oculta nada, no hay un Gobernador o un caníbal, sólo han tenido una suerte que no se puede creer; hasta ahora claro, pues parece metieron ellos solitos a los lobos que se los comerán crudos.

Rick y Michonne ya son sheriffs de ese lugar y están a punto de recibirse de cínicos. No creen en el posible bien, sólo piensan que la líder Deanna quiere usarlos a ellos para deshacerse de los otros y luego matarlos. Michonne es una de las que más quiere que las cosas funcionen, pero es más fuerte su sentido de que no hay posibilidad para la bondad.

Daryl sigue sucio, antisocial y maloliente como antes, nada cambiará su forma de ver este mundo destrozado, al menos hasta que intervenga una incipiente amistad con Aaron. Juntos intentan en vano atrapar un caballo que vaga libre, y digo “en vano” porque una horda de zombies se lo comerá vivo y los nuevos amiguitos matarán uno a uno a los caminantes en forma de justa venganza. La química entre el solitario personaje imposibilitado de expresar sus sentimientos y el otro “distinto” por su elección sexual ha comenzado, hasta lo invita a comer tallarines a su casa. Esperamos haya preparado mucho espagueti porque Daryl tiene un hambre de muerte.

Aaron ve en Daryl eso que se necesita para reclutar más gente como ellos: saber distinguir entre una buena y una mala persona. Le tiene una moto lista para ser ensamblada y salir al ruedo juntos. Daryl muy lentamente comenzará a ver que ese puede ser un buen lugar, sigue teniendo sus dudas y se siente atrapado, pero comienza a flaquear en esa intención de hacer volar todo por los aires.

Sobre las teorías que dicen estar llevando a Daryl confesar su homosexualidad, por ahora no hay nada que lo afirme; lo visto no va más allá de dos hombres comenzando a ser amigos. Veremos a dónde nos conducen.

Es muy acertado el giro que ha dado The Walking Dead con sus personajes asimilando las crudezas soportadas. Ya no ven nada como antes (lo bien que hacen) a diferencia de los habitantes de Alexandría que sueñan con hacer crecer la comunidad y desarrollarla hasta crear su propio gobierno. Castillos en el aire, tal vez, pero sueñan y no viven sólo pensando a quién matar para sobrevivir.

Rick ve y siente en peligro. Magistral el trabajo de Andrew Lincoln convertido en un hombre despreciable que hasta parece olvidó límites morales básicos como el matrimonio. Observa a Jessie (Alexandra Breckenridge) y la quiere para él aunque vaya caminando con su marido. Primero le roba un beso en la mejilla pero al otro día los ve juntos y si hay que dispararle al tipo será un simple daño colateral; lo de no codiciar la mujer de tu prójimo es una frase ya sin sentido.

Fuera de los muros no hay leyes, pero están otra vez dentro de ellos: muros que los protegen de ese exterior putrefacto, donde para los demás siguen vigentes reglas que condicionan y contienen aunque el grupo hace tiempo las olvidó. Ahora vamos a empezar a ver los efectos.

Carol ha aprendido a ser un camaleón y si se tiene que disfrazar de invisible lo hace. Cara de buena hablando del puré de manzana por un lado, experta contadora de cuentos de terror por el otro, la mujer es una genia de la manipulación y usará sus dotes para robar las armas que necesitan.

Mientras los agasajan en una fiesta de recibida, Carol realiza su misión y Sasha colapsa al no soportar esa nueva vida en la que importa más una comida favorita que a quién matarán mañana.

Carol al robar es descubierta por el pequeño Stan y la ex mujer maltratada por su desagradable esposo se transforma en un cuco difícil de superar. Lo amenazará de una manera terrorífica a cambio de silencio: con un discurso frio y calmo le anuncia que lo hará desaparecer y lo atará en un árbol a merced de los caminantes y sin que nunca nadie sepa que ha sido de él, todo con el mismo tono que le ofrece galletitas. Ovación para Melissa McBride.

The Walking Dead 5×13 maneja siniestramente a sus personajes, los va moldeando para transformarlos en eso que siempre temieron. ¿El Gobernador no era una buena persona hasta que todo se le fue de las manos y sucumbió al mal? ¿Quién nos asegura que Rick y los suyos no vayan por el mismo camino?

No he leído el cómic de Kirkman pero los que lo han hecho coinciden en que Alexandría es una parte endeble de la historia, donde no pasa mucho y se estancan como en la serie televisiva ya vivimos con la recordada granja. Da la grata impresión que The Walking Dead aprovecha ese punto flojo del cómic para reinventar el show y sus personajes – al menos momentáneamente- acercándolos a ser eso de lo que huían, esa personas que son más peligrosas que los propios zombies.

La tensión no cede un segundo y estamos todo el tiempo al borde de que pase algo que desmorone la falsa paz, los roles se inviertan por completo y se corone a Rick como el villano del que los demás querrán escapar. Sólo hace falta un segundo para que eso suceda y puede ocurrir en cualquier momento.