El eco de mi voz, la política al frente en la obra de Maria Luisa Bemberg.

Con una carrera tan breve como prolífica, Maria Luisa Bemberg (Camila, Yo la Peor de Todas, De eso no se Habla) es una de las grandes cineastas del cine argentino que supo captar la atención de la crítica como del público por igual, logrando la poco frecuente combinación de prestigio y taquilla.

Basándose principalmente en material de archivo y usando de complemento entrevistas a unas pocas personas cercanas laboralmente a ella, El Eco de mi voz comienza con un rápido recorrido por la vida de Maria Luisa Bemberg antes de dirigir su primera película, concentrándose más que nada en su paso como fundadora de la Unión Feminista Argentina, sus primeros trabajos como guionista y escritora o su admiración hacia referentes como Agnès Varda o Betty Friedan.

En varias entrevistas en distintos medios, la autora habla de sus obras con un discurso profunda e indisimuladamente político sin detenerse en superficialidades anecdóticas, dejando explícito que el cine era para ella una herramienta para difundir sus ideas mucho antes que un negocio o un trabajo. Según sus propias palabras, esto le sumó un grado extra de responsabilidad sobre los hombros porque calculaba que cualquier falla suya sería interpretada y aprovechada no como un fracaso individual, sino colectivo.

Aunque informativo, el recorrido por su vida es conciso y no se ahorra los momentos emotivos, con la directora permitiéndose hablar de sus miedos y preocupaciones pero también de su pasión por contar historias o la alegría que le provocaba ver que el público respondía a ellas. El Eco de mi voz no abunda en los aspectos realizativos del cine de Bemberg ni se dedica a rellenar con anécdotas de rodaje, sino que se concentra en la persona detrás de la cámara y sus motivaciones para contar las historias que decidió contar, siempre con una mirada muy crítica y personal no solo de la sociedad en general sino también de la industria audiovisual en particular.

El Eco de mi Voz contradecida

Maria Luisa Bemberg tuvo el privilegio de poder dirigir solo historias que le fueran propias y cercanas, pero El Eco de mi voz le da lugar también a que cuente en primera persona cómo sufrió viendo con impotencia que sus historias eran deformadas y tergiversadas por directores varones que no comprendían, o directamente rechazaban, la perspectiva feminista en sus textos. En esas mismas entrevistas deja en claro que para ella era muy importante que sus historias fueran contadas desde ese punto de vista, hasta comprender que en una industria dominada por directores y productores varones necesitaba hacerlo ella misma porque no iba a encontrar a nadie más que pudiera. Más aún, que podía y debía aprovechar ese privilegio de cuna no solo para cruzar esa puerta que le era bloqueada: sobre todo para dejarla abierta a sus espaldas.

Por eso parece un chiste interno que al mismo tiempo que reproduce a la directora con su propia voz hablando tan explícitamente de este tema, El Eco de mi Voz esté producida, escrita y dirigida por un equipo técnico donde las mujeres son notoria minoría y especialmente ausentes de los roles que más influyen sobre la línea narrativa del documental; algo similar ocurre con la decisión de abrir y cerrar la película con una auto-entrevista del director donde habla más de sí mismo que de Maria Luisa Bemberg.

Al menos queda el aliciente de saber que los nombres que encabezan esta película -centrada en el profundo trasfondo feminista de la obra de una directora que intentaba hacerse cargo de sus privilegios de clase y que se reconocía primero política y luego artista- no son varones responsables de una larga lista de producciones que expresen sin disimulo una ideología completamente antagónica, o que se burlen de ideas muy similares a las que la directora homenajeada defiende en las entrevistas que reproduce El Eco de mi Voz. Por suerte no se trata de gente vinculada a proyectos donde las mujeres son continuamente representadas como desequilibradas, provocadoras e irracionales que torturan a los protagonistas masculinos, películas que abundan en la gran industria del cine argentino del estilo de Corazón Loco, El fútbol o Yo… o Los que Aman, Odian. 

Si algo así sucediera en una propuesta como El Eco de mi Voz, que se propone homenajear a una cineasta pionera y famosa por una obra tan comprometida con su ideología política, podría confundirse con una burla.