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Críticas

El Teléfono Negro (REVIEW)

Ethan Hawke es un macabro asesino de niños en El Teléfono Negro, la nueva propuesta del director de Sinister. Crítica, a continuación.

La factoría Blumhouse lanza junto a Universal una de sus apuestas fuertes del año. Se trata de El Teléfono Negro (The Black Phone) una historia cruda de época dirigida por Scott Derrickson, responsable de Sinister (2012) y su secuela, quien vuelve al género tras su paso por el cine superheroico con Doctor Strange (2016).

El Teléfono Negro (The Black Phone)

Basada en el cuento homónimo de Joe Hill (NOS4A2; Locke & Key), la película combina la siempre ganchera temática del asesino serial con dosis de terror sobrenatural a través de cierta atmósfera y estética que recuerdan por momentos a las novelas de Stephen King, especialmente a It y su adaptación en la gran pantalla. Sin embargo, lo que en un primer momento parece contener elementos llamativos para hilar un relato intenso y sólido, se evapora a medida que avanza la trama y se evidencian las carencias y problemas del guion.

Una lágrima sobre el teléfono negro

En 1978, un vecindario del norte de Denver, Colorado, se encuentra conmocionado por una serie de misteriosas desapariciones de niños. Temeroso de las leyendas urbanas que circulan a su alrededor, el joven Finney (Mason Thames) ya tiene suficiente con el acoso escolar y la violencia que su padre alcohólico (Jeremy Davis) ejerce diariamente contra él y su hermana menor, Gwen (Madeleine McGraw), una niña dotada de una habilidad especial para captar señales a través de los sueños. Un viernes normal después del colegio, Finney se dirige a su tormentoso hogar cuando es interceptado por una camioneta negra con la palabra Abracadabra y globos negros en su interior.

Cautivo en un sótano totalmente desolado, a excepción de un colchón y un teléfono negro roto, el protagonista no tardará en darse en cuenta de que ha sido secuestrado por “The Grabber” (Ethan Hawke), un psicópata de máscara grotesca responsable de las muertes de los otros chicos de su comunidad. Mientras Gwen busca con desesperación pistas que den con el paradero de su hermano, un suceso paranormal parece querer torcer el triste destino de Finney cuando el teléfono roto que cuelga en la pared del sótano inexplicablemente comienza a sonar.

La adaptación de Derrickson y el guionista C. Robert Cargill, con quien ya había trabajado tanto en Sinister como en Doctor Strange, logra construir una interesante ambientación de época que evita abusar de guiños y del efecto nostalgia para centrarse en un gris microcosmos suburbano cargado de violencia, en donde el terror doméstico resulta más impactante que cualquier ente sobrenatural. Con una apertura de créditos de estilo documental y escenas granuladas que evocan a los videos caseros, El Teléfono Negro transmite el miedo terrenal de aquellos años en donde el fenómeno de los asesinos en serie, entre ellos Ted Bundy, quien cometió varios crímenes en el Estado de Colorado, impregnaban los programas de noticias. Lamentablemente, el atractivo se desvanece pronto.

Luego de un primer acto prometedor, la película comienza a caer en picada una vez que el niño protagonista llega al sótano del secuestrador y el elemento fantástico toma forma. El ida y vuelta entre los llamados de cada una de las victimas dándole consejos desde el más allá a Finney, para que logre escapar del sótano, terminan volviendo repetitiva, densa y predecible a la trama.

La presencia de Hawke en su primer papel como villano, con aquella perturbadora máscara diseñada nada menos que por Tom Savini y haciendo un trabajo vocal igual de oscuro, resulta poco más que llamativa. Lo cierto es que el actor se ve bastante desaprovechado a causa de la escritura de Derrickson y Cargill, quienes no hacen lo suficiente por desarrollar el personaje. El film nunca se atreve a profundizar en las motivaciones de The Grabber a la hora de cometer sus crímenes, al punto en que ni siquiera el protagonista entiende por qué lo mantiene con vida en aquel sótano si en breve lo descartará. La actuación del niño, quien parece más asustado por los bullys de su colegio que por lo que éste monstruo enmascarado pueda hacer con él, tampoco ayuda mucho.

Las situaciones inverosímiles, como la policía dándole crédito y siendo ayudada por las visiones de la hermana de Finney, y la necesidad de agregarle un discordante tono humorístico a El Teléfono Negro a través de la inclusión del personaje de Max (James Ransone), un drogadicto que pretende resolver el misterio de las desapariciones, se suman al conjunto de decisiones que le juegan en contra a la adaptación.

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Teléfono Negro
El Teléfono Negro (REVIEW)
Conclusión
Teléfono Negro se destaca más por su superficie que por el contenido. Una propuesta con una acertada ambientación, fotografía y diseño de producción que no termina de funcionar a causa de un guion repetitivo, con poco vuelo narrativo, que ralentiza la acción durante todo su segundo acto. La actuación de Hawke como serial killer lamentablemente se queda a mitad de camino ya que la escritura no le concede mucho con lo que pueda trabajar.
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