Remedy lo hizo de nuevo, a jugar Control.

Sam Lake nos tira por la cabeza una nueva historia llena de acción y sucesos sobrenaturales. ¿Está a la altura de las expectativas? ¿Vale la pena jugar Control?

Allá por el 2010 veía la luz Alan Wake, un juego que marcaría una época y que posicionaría a Remedy como un desarrollador de juegos prestigioso. 6 años les tomaría sacar un nuevo título, Quantum break. Este tenía, una vez más, tientes sobrenaturales y se enfocaba en una manera novedosa de contar su historia.

Hoy toca jugar Control. Nos ponemos en la piel de Jesse Faden, la nueva directora de FBC (un estilo de FBI pero de sucesos sobrenaturales). Durante las más o menos 15 horas que dura el juego, deberemos investigar qué es lo que está pasando en las oficinas del Buró. Quiénes somos y qué ocurrió con nuestra familia.

Jesse llega a las oficinas para una entrevista de trabajo y encuentra al director fallecido en su despacho. Junto a él está el arma del director, un objeto de poder que usa municiones psíquicas. Solo el director puede controlar el arma de servicio. Dicha arma será la única que tendremos disponible al jugar Control, pero la misma posee diferentes formas que desbloquearemos conforme progresemos en la historia.

El edificio base encuentra invadido por el “Hiss”, una presencia sobrenatural que posee a varios agentes y a la instalación misma. Quizás esta línea argumental sea la que limita la variedad de los enemigos, la cual es reducida. Aquí encontramos uno de los primeros problemas al jugar Control: la escasa variedad de enemigos y lo facil de dominar las habilidades hacen que el juego no represente un gran desafío. Esto sumado a que todo transcurre dentro del edificio, tendiendo a volver repetitivas las secuencias.

La casi totalidad del juego se desarrolla dentro del edificio del buró. Si bien está dividido en diversos sectores, la construcción de cada uno de ellos es similar. Algunas áreas tienen más verticalidad, es decir que tienen varios pisos dentro del mismo sector. Pero la arquitectura de las mismas es bastante parecida. Predominan los tonos grises, sepias y el rojo. Esta elección del arte de estilo cinematográfico es correcta y aporta al ambiente del juego.

Durante su transcurso iremos adquiriendo diversas habilidades. Todas y cada una de ellas son fáciles de controlar. Quizás la de arrojar objetos es la más poderosa de todas y será la más usada por los jugadores. La acción es bien coreografiada, pero salvo en escenarios de carga elevada de enemigos la dificultad no será un problema.

Al completar tanto misiones primarias como secundarias obtendremos puntos de habilidad. Con ellos podremos mejorar nuestros poderes en una acción que no es reversible. Sin embargo, los puntos adquiridos serán suficientes para completar el juego con facilidad

Si bien la elección de la paleta de colores es correcta el juego no posee hdr en su versión de consolas. Justamente esa paleta de colores se vería beneficiada con los efectos del rango dinámico. La ausencia del mismo lo hace ver cómo un juego de principios de generación.

La banda sonora es correcta, acompaña pero en ningún momento se haga destacar, salvo en una ocasión especial.

Remedy es un estudio de primera línea, sin embargo al jugar control esto no se siente. Son numerosos los problemas técnicos que tiene el juego, desde elevados tiempos de carga hasta caída de cuadros. Se traba después de cargar una partida o de poner en pausa el mismo. En escenarios con alta carga de acción, se observan problemas de performance. Todo este conjunto de cosas hace que jugar Control sea una experiencia frustrante a veces, sobre todo en consolas.

Así que Remedy lo hizo de nuevo. Juntó su extraña narrativa con su mediocre desarrollo de juegos, dando por resultado una experiencia irregular que si bien tiene momentos y puntos particulares atractivos, no lo logra amalgamar en una experiencia satisfactoria.

Un juego que si vale la pena probar, en el siguiente link

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